Tuesday, May 31, 2016

Lo que los médicos no están comunicando a los adultos jóvenes obesos


Demasiados pocos advierten a los pacientes del riesgo que tienen de enfermedad renal, según un estudio
     
Robert Preidt
Traducido del inglés: jueves, 26 de mayo, 2016
Imagen de noticias HealthDay
MIÉRCOLES, 25 de mayo de 2016 (HealthDay News) -- Muchos adultos jóvenes con obesidad en Estados Unidos no saben que tienen un riesgo más alto de sufrir una enfermedad renal, reportan unos investigadores.
"Aunque la enfermedad renal crónica se manifiesta normalmente en las personas mayores, la enfermedad puede empezar mucho antes, pero a menudo no se reconoce pronto", comentó la líder del estudio, la Dra. Michal Melamed, profesora asociada de medicina en el Colegio de Medicina Albert Einstein, en la ciudad de Nueva York.
El equipo de Melamed analizó los datos de casi 7,000 adultos de 20 a 40 años de edad en todo Estados Unidos. Los investigadores hallaron que el 11 por ciento de los estadounidenses de origen mexicano obesos y aproximadamente el 6 por ciento de los blancos y negros obesos tenían unos niveles elevados de la proteína albúmina en la orina.
Esta afección, llamada albuminuria, es una señal de que los riñones no están funcionando con normalidad. Pone en un riesgo más alto de enfermedad renal crónica, afirmaron los investigadores.
A menos del 5 por ciento de los adultos jóvenes con albuminuria les habían comunicado que tenían una enfermedad renal, según los hallazgos publicados en línea el 25 de mayo en la revista PLoS One.
"Claramente, los profesionales clínicos y las autoridades de salud pública deben hacer más para identificar y tratar a las personas jóvenes en riesgo de sufrir una enfermedad renal progresiva temprana, a fin de que puedan realizar los cambios conductuales para evitar que se desarrolle [una enfermedad renal]", dijo Melamed en un comunicado de prensa del Albert Einstein.
Aproximadamente un tercio de los estadounidenses están en riesgo de enfermedad renal crónica durante su vida, normalmente cuando son mayores.
"Dado que las opciones de tratamiento de [la enfermedad renal crónica] son limitadas, la prevención es el mejor método para los que están en riesgo", añadió Melamed. "Si los adultos jóvenes llevan un estilo de vida más saludable, eso será muy beneficioso para promover la salud de los riñones más adelante en la vida".
Las investigaciones previas han sugerido que la obesidad abdominal podría dañar la función renal antes que la hipertensión y la diabetes, las cuales se asocian con la obesidad. La obesidad abdominal se define como tener una circunferencia de la cintura de 35 pulgadas (89 cm) o más para las mujeres no embarazadas y de 40 pulgadas (101.5 cm) o más para los hombres, según el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre de EE. UU.

Tuesday, May 24, 2016

Tener un poco de peso de más podría aumentar la supervivencia al cáncer de colon


Unos investigadores observaron un efecto, pero los expertos enfatizan que las personas con más peso también tienen probabilidades mayores de desarrollar cáncer
     
Robert Preidt
Traducido del inglés: viernes, 20 de mayo, 2016
Imagen de noticias HealthDay
JUEVES, 19 de mayo de 2016 (HealthDay News) -- Podría resultar un poco sorprendente, pero un nuevo estudio descubrió que los pacientes con cáncer de colon con sobrepeso tendían a tener un mejor nivel de supervivencia que los que tenían un peso normal.
"Se han identificado el sobrepeso y la obesidad como factores de riesgo de muchas enfermedades, pero para las personas con un cáncer colorrectal, tener un poco de peso extra podría proteger contra la mortalidad", dijo la autora del estudio, Candyce Kroenke, investigadora científica de la División de Investigador de Kaiser Permanente en Oakland, California.
Aun así, un experto médico advirtió que el hallazgo no es una licencia para que las personas aumenten de peso.
"Este estudio no debería usarse para describir una 'ventaja' de tener sobrepeso con respecto al riesgo de cáncer, dado que las personas con sobrepeso tienen unas tasas mayores de cáncer", dijo el Dr. Arun Swaminath, gastroenterólogo del Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York.
En el estudio, el equipo de Kroenke examinó los expedientes médicos de más de 3,400 personas en California diagnosticadas con un cáncer de colon de etapa de 1 a 3 entre 2006 y 2011. Los investigadores compararon entonces el riesgo de mortalidad de cada paciente en el momento del diagnóstico y en los siguientes 15 meses.
Los pacientes que tenían un peso por debajo del normal o que eran estadísticamente obesos en el momento del diagnóstico tenían más probabilidades de fallecer que los pacientes con un peso normal, halló el estudio.
Pero las personas que cayeron en la categoría de "sobrepeso" (no en la de obesidad) tenían un 55 por ciento menos probabilidades de fallecer de cáncer de colon y un 48 por ciento menos probabilidades de fallecer de cualquier causa que los pacientes con un peso normal, halló el equipo de investigación.
Las investigaciones anteriores han mostrado que las personas con sobrepeso y obesidad tienen un riesgo más alto de varios tipos de cáncer. Pero a menudo tienen mejores resultados con respecto al cáncer que los pacientes con un peso normal, algo que se conoce como la "paradoja de la obesidad", indicaron los investigadores.
"Nuestro estudio, que representa el mayor cohorte de pacientes de cáncer colorrectal, con los datos más completos sobre el peso de los pacientes antes, en el momento de, y después del diagnóstico, respalda la idea de la 'paradoja de la obesidad'", dijo Kroenke en un comunicado de prensa de Kaiser Permanente.
Pero se trata de un estudio observacional, así que no puede demostrar que el peso ayudara a provocar (o protegiera contra) la muerte de estos pacientes.
Además, el estudio "no explica por qué esto es verdad", indicó Swaminath, que dirige el programa sobre la enfermedad intestinal inflamatoria del Lenox Hill.
Otro experto dijo que la información es importante, pero no se debería generalizar en exceso.
"Creo que este estudio refuerza que el hecho de que el tratamiento del cáncer colorrectal debe individualizarse para cada paciente", dijo el Dr. Jules Garbus, cirujano colorrectal en el Hospital de la Universidad de Winthrop en Mineola, Nueva York.
"Pero se debería decir a los profesionales de la salud que deben ser precavidos cuando hablen de cualquier 'beneficio' del sobrepeso con los pacientes, ya que hay datos mucho más firmes que respaldan los peligros de la obesidad para la salud y el bienestar en general", dijo.
El estudio aparece en la edición del 19 de mayo de la revista JAMA Oncology.

Friday, May 20, 2016

¿Cuánto tiempo le queda? Los médicos y los seres queridos con frecuencia no están de acuerdo


Pero eso no se debe a que los representantes malinterpreten lo que les dicen, según un estudio
     
Traducido del inglés: miércoles, 18 de mayo, 2016
Imagen de noticias HealthDay
MARTES, 17 de mayo de 2016 (HealthDay News) -- Los seres queridos que actúan en nombre de pacientes enfermos en estado crítico con frecuencia son más optimistas con respecto a los resultados que los médicos. Pero no es así necesariamente porque no comprendan la gravedad del caso, sugiere una nueva investigación.
El estudio de más de 200 representantes que tomaban las decisiones por los pacientes halló que en más de la mitad de los casos los médicos y los seres queridos no estaban de acuerdo respecto a si el paciente iba a morir o no.
Pero "no es solo una mala interpretación del pronóstico de los pacientes lo que provoca que los familiares y amigos del paciente tengan un estimado significativamente distinto de la supervivencia de su ser querido que el de su médico", dijo el autor del estudio, el Dr. Douglas White.
Las creencias personales de los representantes influyen en su perspectiva, dijo White, profesor de medicina de atención crítica en el Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh.
Algunos representantes que toman las decisiones por los seres queridos creen que si "esperan que al paciente le irá bien será bueno para el paciente, o que el paciente tiene fuerzas que desconoce el médico", explicó. "Y las creencias religiosas de que un poder superior podría salvar al paciente también entran en juego".
"Los médicos deberían ser conscientes de cualquier cosa que esté pensando la persona encargada de tomar decisiones por el paciente cuando expresen un pronóstico y se examinen las distintas opciones de atención", dijo White.
Más de la mitad de los adultos estadounidenses no son capaces de procesar la información y tomar decisiones sobre la atención crítica sobre sí mismos cuando se enfrentan a una situación del final de la vida, según las estadísticas de 2010 citadas por los autores del estudio. Con frecuencia se pide a los familiares u otras personas que tomen las decisiones por los pacientes en estos casos difíciles.
Para este estudio, los investigadores se propusieron explorar el modo en que los representantes de los pacientes procesan la información que les dan los médicos. Encuestaron a 229 personas (principalmente familiares o amigos) que tuvieron que tomar las decisiones por 174 pacientes de cuidados intensivos en el Centro Médico de la Universidad de California, en San Francisco, entre 2005 y 2009.
Se pidió a todos que estimaran las probabilidades de supervivencia de su ser querido en una escala de 1 a 100.
Después de comparar las respuestas de los representantes con las de 99 médicos, los autores del estudio hallaron que el 53 por ciento de las veces había una diferencia de al menos un 20 por ciento en el modo en que los representantes y los médicos interpretaron el pronóstico del paciente.
Los representantes tendían a tener un pronóstico más optimista. Pero se observó que los médicos expresaron puntos de vista más precisos, en función de que cuáles fueron los resultados finales (y los fallecimientos de más del 40 por ciento de los pacientes), según el estudio.
Entre los representantes que expresaron opiniones muy optimistas, solamente el 17 por ciento dijeron que habían malinterpretado la información médica. Aproximadamente un tercio (71 representantes) mantuvieron una opinión más positiva que la del médico, a pesar de haber comprendido la información que les habían proporcionado.
¿Por qué? Casi la mitad de los 71 dijeron que sentían que mantener la esperanza era útil para el paciente. Aproximadamente un tercio se refirió al conocimiento más íntimo que tenían de las capacidades del paciente, y un poco más de la cuarta parte citaron sus creencias religiosas.
El estudio apareció el 17 de mayo en la revista Journal of the American Medical Association.
El Dr. Elie Azoulay, autor líder de un editorial publicado junto al estudio en la revista, dijo que los familiares, con mucha frecuencia, simplemente buscan la intimidad y el tiempo que necesitan para adaptarse a una nueva realidad, en lugar de más información médica.
"No [se trata de] que no comprendieran o de que no puedan entender la información médica", dijo Azoulay, subdirector de la unidad médica de cuidados intensivos en el Hospital Saint-Louis, en París, Francia. "Simplemente no quieren escuchar lo que decimos y cómo lo decimos".
Así que Azoulay sugirió que los médicos vean las diferencias entre los familiares y los médicos "como una oportunidad para cambiar el modo de comunicarse, de abordar mejor las necesidades de los familiares y de escuchar de forma activa".
Los médicos deberían hablar menos y escuchar más, y proporcionar a los seres queridos "oportunidades de expresar sus preocupaciones, descargar las emociones o en ocasiones simplemente estar allí con el equipo sin escuchar o decir nada", dijo Azoulay.

Thursday, May 19, 2016

La mitad de los ataques cardiacos podrían ser 'silenciosos'


Sin síntomas típicos, muchos dejan de recibir una atención médica esencial, advierten unos expertos
     
Traducido del inglés: martes, 17 de mayo, 2016
Imagen de noticias HealthDay
LUNES, 16 de mayo de 2016 (HealthDay News) -- Hasta la mitad de todos los ataques cardiacos podrían ser "silenciosos", sin los síntomas típicos de dolor demoledor en el pecho, falta de aliento y sudor frío, sugieren los hallazgos de un nuevo estudio.
Entre los casi 9,500 estadounidenses incluidos en el estudio, un 45 por ciento de todos los ataques cardiacos fueron silenciosos, encontraron los investigadores. Y, dijeron los autores del estudio, esos ataques cardiacos silenciosos triplican las probabilidades de morir de una enfermedad cardiaca.
"Los ataques cardiacos silenciosos son casi tan comunes como los ataques cardiacos con síntomas, e igual de malos", advirtió el autor principal del estudio, el Dr. Elsayed Soliman, director del centro de investigación sobre epidemiología cardiaca de la Facultad de Medicina de la Universidad de Wake Forest en Winston-Salem, Carolina del Norte.
Los ataques cardiacos reducen o paran el flujo sanguíneo que llega al músculo cardiaco. Dado que con frecuencia los ataques cardiacos silenciosos no se diagnostican, las personas no obtienen la atención médica necesaria para prevenir otro ataque cardiaco, o incluso la muerte, explicaron los autores del estudio.
Los síntomas de un ataque cardiaco silencioso son tan leves que apenas se notan, o no se notan en lo absoluto, señaló Soliman. La mayoría se descubren de forma accidental cuando el daño aparece en un electrocardiograma (ECG) administrado durante un examen regular o antes de una cirugía, apuntó.
Según la Dra. Suzanne Steinbaum, directora de salud cardiaca de las mujeres del Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York, "cuando los ataques cardiacos son silenciosos, es menos probable que las personas reciban tratamiento. Y ese ha sido el problema con las mujeres. A veces los síntomas son más sutiles que el dolor abrumador en el pecho".
Aunque los ataques cardiacos silenciosos son más comunes en los hombres, son más letales para las mujeres, y quizá para las personas negras, indicaron los hallazgos del estudio.
Steinbaum, que no participó en el estudio, dijo que las personas no deben descartar síntomas como la fatiga, las náuseas o la falta de aire que ocurren durante el ejercicio o al hacer los recados, pero que desaparecen con el descanso.
"Esos síntomas sutiles podrían ser su corazón, y no se deben ignorar. Se debe buscar atención médica", enfatizó.
"Le digo a todas las mujeres que hay que observar de cerca los factores de riesgo de la enfermedad cardiaca", añadió Steinbaum.
Los investigadores dijeron que hubo demasiado pocos pacientes negros en el estudio para saber con certeza si les iba peor que a los blancos, aunque parece ser así.
Un paciente que ha sufrido un ataque cardiaco silencioso debe ser tratado de forma agresiva, dijo Soliman. El tratamiento incluye controlar la hipertensión y el colesterol, y posiblemente modificar la conducta.
Los cambios en el estilo de vida incluyen llevar una dieta más saludable, hacer ejercicio, perder peso y dejar de fumar. Es la misma receta para los ataques cardiacos con y sin síntomas, dijo Soliman.
Los pacientes que tienen un poco de dolor en el pecho más factores de riesgo de ataque cardiaco (como hipertensión, obesidad o diabetes) deben recibir un ECG "no solo para ver si han sufrido un ataque cardiaco, sino también para la prevención de resultados que pueden ocurrir más tarde", aconsejó.
Los hallazgos de un ataque cardiaco anterior no se deben tomar a la ligera, añadió Soliman.
En el estudio, Soliman y sus colaboradores recolectaron datos sobre hombres y mujeres de mediana edad que participaron en un estudio que evaluó las causas y los resultados del endurecimiento de las arterias (aterosclerosis). El estudio se llevó a cabo en cuatro comunidades de EE. UU.
Durante unos nueve años de seguimiento, 317 pacientes sufrieron ataques cardiacos silenciosos, y 386 tuvieron ataques cardiacos con síntomas clásicos. Se dio seguimiento a las muertes durante más de 20 años.
Los investigadores tomaron en cuenta factores como fumar, el peso, la diabetes, la hipertensión y el colesterol. También consideraron los ingresos y la educación, que podrían afectar el acceso a la atención.
Los investigadores hallaron que el riesgo de muerte por todas las causas aumentó en un 34 por ciento tras un ataque cardiaco silencioso.
El Dr. Andrew Freeman, director de cardiología clínica de National Jewish Health en Denver, dijo que "no creo que la gente realmente entendiera la incidencia del ataque cardiaco silencioso". Freeman también es vocero del Colegio Americano de Cardiología (American College of Cardiology).
"En un país en que los patrones de dieta y ejercicio no son ideales, podría haber mucha gente con la que nunca tenemos contacto pero que podrían sufrir de este problema", planteó.
Freeman sugirió que los médicos deben esforzarse más en la prevención. "Los médicos pasan muy poco tiempo hablando con los pacientes sobre la dieta y el ejercicio", comentó. "Toda consulta médica debe tener algún componente de prevención".
El informe aparece en la edición en línea del 16 de mayo de la revista Circulation.

El ejercicio podría reducir el riesgo de 13 tipos de cáncer, sugiere un estudio


La actividad moderada y vigorosa incluye caminar a paso vivo, el tenis, trotar y nadar
     
Traducido del inglés: martes, 17 de mayo, 2016
Imagen de noticias HealthDay
LUNES, 16 de mayo de 2016 (HealthDay News) -- El ejercicio podría reducir significativamente el riesgo de muchos tipos de cáncer, incluso algunas de las formas más letales de la enfermedad, sugiere una revisión de gran tamaño.
Hacer ejercicio, incluso un par de horas por semana, parece reducir el riesgo de cáncer de mama, de colon y de pulmón, apuntaron los investigadores, que observaron a 1.4 millones de adultos.
"Esos son tres de los cuatro tipos más importantes de cáncer que afectan a los estadounidenses hoy día", apuntó Marilie Gammon, profesora de epidemiología de la Facultad de Salud Pública Gillings de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill.
Y los aficionados a estar en forma deben animarse: el riesgo de cáncer parece seguir declinando a medida que se aumentan las horas de actividad física, sin un tope aparente, comentó el autor del estudio, Steven Moore, investigador del Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU.
"A más actividad, más beneficio", dijo Moore. "A medida que la gente hacía más, su riesgo siguió bajando".
Pero hay que anotar que el estudio solo encontró una asociación entre el ejercicio y un riesgo más bajo de cáncer, no probó una relación causal.
En el estudio, el ejercicio regular terminó vinculándose con un riesgo reducido de 13 tipos de cáncer en total, apuntaron los investigadores. Los otros fueron la leucemia, el mieloma y los cánceres de esófago, hígado, riñón, estómago, endometrio, recto, vejiga, y cabeza y cuello.
Las directrices federales actuales sobre el ejercicio (150 minutos de actividad de intensidad moderada a la semana, o 75 minutos de actividad vigorosa) se dirigen a la salud cardiaca, pero también funcionan bien para la prevención del cáncer, señaló Moore.
El ejercicio de intensidad moderada consiste en actividades como caminar a paso vivo o jugar al tenis, mientras que el ejercicio de intensidad vigorosa conlleva actividades que pongan al corazón a latir, como correr o nadar largos, según la Oficina de Prevención de la Enfermedad y Promoción de la Salud de EE. UU.
En este estudio, Moore y sus colaboradores se concentraron en la actividad física del tiempo libre realizada fuera del trabajo o de las tareas del hogar. "Se trata de actividad física voluntaria generalmente realizada para mejorar la salud", aclaró.
Alrededor de la mitad de los adultos estadounidenses no cumplen con la recomendación federal mínima de ejercicio, dijeron los autores del estudio en la información de respaldo.
Investigaciones anteriores han vinculado el ejercicio con un riesgo más bajo de cáncer de mama y de colon, pero ningún estudio había intentado observar el efecto de la actividad física sobre varios tipos distintos de cáncer, señaló Moore.
Los investigadores reunieron datos de 12 estudios de EE. UU. y europeos para crear una base de datos de 1.4 millones de adultos de 19 a 98 años de edad. Entonces, examinaron si la actividad física reportada por los propios participantes planteaba una diferencia en el riesgo de 26 tipos de cáncer.
El ejercicio se asoció con un riesgo más bajo de la mitad de los tipos de cáncer incluidos por los investigadores, y esa reducción siguió siendo significativa en casi todos, incluso tras tomar en cuenta factores de riesgo como la obesidad y los antecedentes de tabaquismo.
En general, un nivel más alto de actividad física se asoció con un riesgo un 7 por ciento más bajo de cáncer en total, reportaron los investigadores.
El rango de reducción del riesgo varió desde un 42 por ciento para el cáncer de esófago hasta un 10 por ciento para el cáncer de mama, dijeron los autores del estudio. En cuanto al cáncer de colon y el de pulmón, el riesgo se redujo en un 16 y en un 26 por ciento, respectivamente, sugirieron los hallazgos.
"Esto sugiere que la actividad física podría tener un rol en los esfuerzos poblacionales de prevención del cáncer", dijo Moore.
Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 16 de mayo de la revista JAMA Internal Medicine.
Nadie sabe con certeza el motivo de que el ejercicio parezca ayudar a evitar el cáncer, comentaron Moore y Gammon, pero hay algunas teorías destacadas.
La actividad física reduce los niveles de hormonas, como el estrógeno, que se han vinculado con distintos tipos de cáncer, y ayuda a controlar los niveles de insulina y del factor de crecimiento insulínico, apuntó Moore.
Las personas que hacen ejercicio también tienden a tener unos niveles más bajos de inflamación, dijo Moore. Sus células también parecen sufrir menos estrés oxidativo, y ser más capaces de reparar el ADN dañado que podría provocar cáncer, apuntó Gammon, coautor de un editorial publicado junto al estudio.
Gammon dijo que lo que más le complació fue la reducción del 42 por ciento en el riesgo de cáncer de esófago.
"Es bastante increíble, porque se trata de un tumor muy letal", comentó. "Creo que la supervivencia promedio es de 11 a 12 meses tras el diagnóstico".
Otros cánceres muy letales que parecen hacerse menos comunes con el ejercicio incluyen los del hígado, el estómago, los riñones, y la cabeza y el cuello, señaló Gammon.
"Tener una estrategia para ayudar a reducir el riesgo de esos tipos de cáncer es muy bueno, porque una vez se han diagnosticado las perspectivas no son óptimas", enfatizó.

Wednesday, May 18, 2016

Hay más respaldo de un tratamiento agresivo para la presión arterial en los adultos mayores


Los últimos hallazgos de un ensayo nacional muestran que reduce las probabilidades de insuficiencia cardiaca, incluso entre las personas de edad avanzada
     
Traducido del inglés: lunes, 16 de mayo, 2016
Imagen de noticias HealthDay
SÁBADO, 14 de mayo de 2016 (HealthDay News) -- Las personas que logran bajar la presión arterial alta a niveles normales podrían reducir de forma sustancial el riesgo de enfermedad cardiaca, aunque sean mayores o ya tengan problemas del corazón, sugiere una investigación reciente.
Los resultados del estudio, de un importante ensayo clínico llamado SPRINT (por las siglas en inglés de ensayo de intervención en la presión arterial sistólica) amplían la evidencia de que tratar la hipertensión agresivamente en los adultos mayores podría valer la pena.
En específico, apuntaron los expertos, los beneficios parecen extenderse a las personas mayores y a los pacientes con un peor estado de salud.
Eso podría parecer obvio. Pero durante años ha habido una "importante controversia" sobre si ese tipo de tratamiento intensivo es incluso seguro para las personas mayores, explicó el Dr. Dalane Kitzman, cardiólogo del Centro Médico Bautista Wake Forest, en Winston-Salem, Carolina del Norte.
Kitzman es uno de los investigadores que presentará los más recientes hallazgos del SPRINT el sábado en la reunión anual de la Sociedad Americana de la Hipertensión (American Society of Hypertension, ASH), en la ciudad de Nueva York.
Los resultados iniciales del hallazgo, que salieron el año pasado, cuestionaron las recomendaciones actuales sobre el tratamiento de la hipertensión de los adultos mayores.
Las directrices nacionales de EE. UU. sugieren que los pacientes menores de 60 años bajen su presión arterial sistólica (la cifra superior) a 140 mm/Hg o menos. Se aconseja a los adultos mayores que intenten llegar a 150 o menos.
El ensayo SPRINT comparó ese método con otro más agresivo que buscaba llevar a los pacientes de tosas las edades a 120 o menos, que se considera lo "normal".
El ensayo, que comenzó en 2009, se detuvo pronto cuando se vio claramente que un control más estricto era mejor. Los pacientes que buscaron alcanzar las cifras más bajas tenían entre un cuarto y un tercio menos de probabilidades de morir o de sufrir un ataque cardiaco, una insuficiencia cardiaca o un accidente cerebrovascular.
Los resultados que se reportarán en la reunión de la ASH profundizan más, según el Dr. Robert Phillips, del Hospital Metodista de Houston, en Texas.
Una importante pregunta sin respuesta ha sido si a distintos subgrupos de pacientes le va bien, explicó.
Phillips es secretario y tesorero de la ASH, y presidió la sesión sobre los hallazgos del SPRINT.
Algunos de los resultados más importantes se enfocan en la insuficiencia cardiaca, que es una afección crónica en que el músculo del corazón no puede bombear con suficiente eficiencia como para satisfacer las necesidades del cuerpo. Eso conduce a problemas como fatiga crónica, falta de aliento y acumulación de fluidos.
El equipo de Kitzman encontró que los pacientes con un control estricto de la presión arterial tenían un 38 por ciento menos de probabilidades de ser hospitalizados por un agravamiento de la insuficiencia cardiaca. E incluso los que tenían un riesgo más alto de insuficiencia cardiaca se beneficiaron.
Eso incluyó a los pacientes a partir de 75 años, los negros, y a las personas con enfermedad renal o antecedentes de problemas cardiacos o accidente cerebrovascular.
Phillips aseguró que la reducción en las hospitalizaciones por insuficiencia cardiaca fue "dramática".
Hace mucho que los médicos saben que cuando los adultos mayores bajan su presión arterial a menos de 150, su riesgo de insuficiencia cardiaca se reduce, dijo Kitzman.
"Ahora sabemos que bajarla hasta niveles normales reduce el riesgo incluso más", apuntó.
En promedio, los pacientes que tenían un control más estricto de la presión arterial usaban tres fármacos, en comparación con dos en el grupo de la atención estándar. Esto sí aumenta el riesgo de efectos secundarios, como mareos y desmayos.
Otro estudio que será presentado en la reunión se enfocó en esas posibles desventajas.
Los investigadores, de la Universidad de Wake Forest y de la Universidad de Florida, encontraron que los pacientes con un control más estricto de la presión arterial se enfrentaban a un riesgo ligeramente más alto de mareos y desmayos: poco más del 3 por ciento tuvieron problemas con los mareos, frente al 2 por ciento de los otros pacientes. Los hallazgos fueron casi idénticos respecto a los desmayos.
Pero entre las personas mayores de 75 años, las que tenían un control más estricto de la presión arterial en realidad tenían un 21 por ciento menos de probabilidades de caerse y sufrir una lesión.
Según Phillips, el motivo no está claro. Pero quizá una función más sana de los vasos sanguíneos proteja a muchos adultos mayores de marearse y caerse, planteó.
Se trata de un hallazgo importante, según Phillips. Durante años, se pensaba que la presión arterial seguía subiendo con la edad, para que el cerebro recibiera suficiente riesgo sanguíneo, explicó.
"El miedo de los médicos a tratar la hipertensión en los adultos mayores tiene una larga historia", comentó.
Estos resultados confirman que, en general, "más baja es mejor", dijo Phillips.
Kitzman dijo lo mismo. Al inicio del estudio SPRINT, los mismos investigadores tenían "opiniones opuestas" sobre si un control estricto de la presión arterial sería algo bueno para todos, señaló.
Pero todavía hay que tener cuidado, añadió Phillips. Si sufre mareos cuando toma antihipertensivos, debe hablar con el médico sobre una reducción de la dosis, sugirió.
Kitzman también anotó que independientemente de cuántos medicamentos se tomen, el estilo de vida es importante. Aconsejó llevar una dieta equilibrada que limite la sal y con bastantes frutas y verduras, ser físicamente activo y mantener un peso saludable.
La investigación ha mostrado que los adultos mayores también pueden hacer esos tipos de cambios en el estilo de vida, anotó Kitzman. "Independientemente de la edad, abordar la hipertensión es factible y beneficioso", enfatizó.
El ensayo SPRINT incluyó a más de 9,300 pacientes a partir de los 50 años, reclutados de casi cien clínicas de todo Estados Unidos. El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU.
Las investigaciones presentadas en reuniones se deben considerar como preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.